miércoles, 10 de noviembre de 2010

Fuego, Fuego


Hay sensaciones que no se olvidan, a veces hasta dejan marcas en el cuerpo y en la memoria, por lo general es imposible ignorarlas, sobre todo cuando aquellas sensaciones nos pegaron por primera vez.

No es casualidad que hay cosas que recordamos con tanta precisión, desde el lugar donde nos encontrábamos, como reaccionamos y hasta cómo estábamos vestidos… este post se trata básicamente de eso, y hoy les contaré lo que me sucedió una tarde de verano, una sensación tan simple, como insignificante y efímera.

“solo le bastó una fracción de segundos para volarme la cabeza…”

Era un verano caluroso, pero lo que me provocaba mayor calor no era eso, lo que realmente me tenía en un solo infierno era ver aquellos ojos… ¿Qué tenían de especial? Jamás en mi vida había presenciado una mirada tan misteriosa, aquellos ojos que parecían ser cómplices de algún crimen o alguna travesura… en vista de que yo tenía todo el verano libre y como en el cole las minas no me pelaban ni para tomar lista, me metí a pasar clases con la idea de distraerme un poco, conocer gente interesante y a lo mejor hasta encontrar alguna mina… Ah pero eso si, nadie me había advertido que iba a toparme con un par de personas mucho más interesantes de lo que había imaginado… ella era así de interesante, tan interesante que podía hablarme de todo y tan hermosa que me obligaba a sentir índices de timidez y vergüenza que hasta ese momento eran inéditos mi vida.

Ardía de calor, el corazón lo tenía como si hubiese corrido una maratón de obstáculos… y yo que en el colegio estuve en atletismo y participé de muchas maratónicas competencias en el estadium les puedo asegurar que al final en ambos terminaba de igual forma con el corazón en la garganta… al poco tiempo de conocerla ella se hace mi amiga, pero había algo muy malo de por medio, la mujer de mis sueños que parecía haberse caído del cielo ya tenía novio… ahí me entra la rabia de pensar “que destino forro el que me ha tocado, es imposible que cada vez que conozco a la mujer indicada o ya tiene novio, o vive en otra ciudad, o está en otro colegio, etc.” no obstante, seguimos de amigos, tampoco es que por algo así iba a perder a la amiga más dulce que me había tocado conocer hasta ese momento.

¿Y vos te crees que hoy por hoy soy una persona tímida? JA! Debiste haberme conocido aquella vez… finalmente un día como cualquier otro llego al aula y tomo asiento, observando algunos apuntes escucho que detrás de mi se sienta ella con su amiga y… me engañan las orejas pero creo que están hablando de mi… vaya uno a saber por que. Giro la cabeza por que ella dice mi nombre, su hermoso pelo negro y aquellos enormes ojos hacen que sonría enamorado como un estúpido. Me pregunta sobre una tarea mientras yo me acerco más para escucharla claramente, ese día ella se comporta algo distinta y me habla muy bajo, me mira con unos ojos de cachorro que buscaban convencerme de algo, observo una bella sinceridad en su rostro y en el tono de su voz, yo le digo que quisiera preguntarle algo acerca de la mencionada tarea, ella se me acerca pidiéndome que le pregunte lo que quiera… nada parece tener sentido en ese instante, pero bueno, tampoco me puedo quejar… estoy hablándole de la tarea pero mientras me aproximo balbuceo idiotizado por su mirada y su perfume… ¡momento! ¿Cómo es que terminé tan cerca?

Antes de darme cuenta de lo que estoy haciendo, donde diablos estoy y si no estaré soñando, de la nada aquella preciosa muchacha me robó un beso… mi mente en toda su ignorancia e inocencia era un hervidero de “porques”, la cabeza me ardía, no se hasta ahora que tenían los labios de esa mujer que hicieron que se me quemara la boca, eso no era un beso, mis labios ardían en fuego, las brasas eran fuertes y el calor insoportable, pero por alguna razón, no encontraba sensación más dulce en todo el mundo, a estas alturas… ¿Dónde había quedado el mundo? ¿Dónde estaba yo? Habíamos dejado aquella pequeña aula… me encontraba en un lugar X donde el calor consumía mi cuerpo, sentía como ardía lentamente sin explicarme como era posible que los besos de esta mujer quemaran con esa fuerza… después me costó un poco volver a la realidad, me quedé en blanco, con el cuerpo helado y con la mirada perdida en aquel suelo, de una cosa estaba seguro… jamás iba a olvidar aquel momento… después de todo, ya había probado aquel fuego… aquel dulce fuego nuestro… aquel cuerpo con fiebre… aquel cuerpo nuestro.

De otra cosa estaba seguro… esta mina no se cayó del cielo, dudo que en el cielo haya mujeres que te quemen y derritan así con un beso.


A propósito… ¿Qué será de su vida?





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