miércoles, 15 de septiembre de 2010

Is not that bad


3 AM y no puedo dormir, estoy inmiscuido en una seriedad total que no me permite pensar más allá de todo lo que me depara el día siguiente y me pesan aún más las pobres y casi nulas consecuencias que todo mi esfuerzo tendrá al final ¿en verdad vale la pena tanto sacrificio y seriedad absoluta? Quién debería saber eso mejor que nadie soy yo y honestamente no tengo la respuesta.

Quizás vivo fuera de la realidad, creo que un poquito prisionero llevando una bola de acero y un grillete que me recuerda en cada paso todos mis defectos y errores del pasado con los que debo cargar y aparentemente el carcelero perdió la llave o directamente ya me condenó a un calabozo. Es un ir y venir de una vieja película donde una vez más veo el replay de cómo arruiné totalmente las cosas y me fallé aquellos goles que hoy me tienen en el banco de suplentes tan arrepentido que el coach del equipo simplemente no quiere tomarme en cuenta ni por casualidad. Pero bueno, podría seguir así, metaforizando esta situación, pero no tiene caso.

El otro día compartiendo unos tragos con un colega me dijo entre tantas cosas que no hay peor sentimiento que la culpa, no me animé a preguntarle que hacer en caso de que tener que confrontar tal emoción, aunque me temo que su respuesta hubiese sido la más obvia: “NADA, aguantárselas”. Me duele el haber arruinado las cosas y temer que en el mundo real las segundas oportunidades no se dan a la orden del día, pero supongo que parte de madurar y crecer es aprender que muchos de nuestros errores muchas veces no tienen arreglo y eso nos enseña a tomar las cosas con mayor responsabilidad, aunque creo que aún soy muy joven para haber arruinado totalmente mi vida, pese a que esto pueda ser cierto, no me queda más que relajarme por un momento frente a la PC.

Randomizando los archivos me encuentro con algunos videos humorísticos del Bananero y pienso “Dios! que tipo más ridículo!” aunque no puedo evitar sonreír y largar una fuerte carcajada con las ocurrencias de este personaje, ¿Qué es este tipo? Es un culto al desastre, al mejor estilo de un Joey Ramone, un Iggy Pop o un Ozzy Osbourne, un ser que celebra aquellas cosas que supuestamente son terribles o vergonzosas en uno mismo. ¿Cómo te puedes reír y pasarla tan bien a costa de tus propias tragedias y defectos? ¿No es lo mismo que hacen tipos como Ben Stiller? ¿Dónde está el truco? A lo mejor un grande como Peter Capusotto puede tener la respuesta:

“Parodiás todo lo que te duele. Y la manera de defenderte de eso y tomar posición es la burla, que es un arma bastante contundente”.

La risa es el antídoto para la melancolía. Si bien ha estado entre los temas más olvidados por la filosofía occidental, no deja de ser absurdo, pues el ser humano sin la risa y el humor no podría sobrevivir en este mundo de peregrinaje y sinsabores. El sentido del humor es la capacidad humana para percibir algo como cómico o gracioso. La risa, es también la expresión del impulso humano básico de ordenar la realidad, sólo que en lugar de ordenarla se la acepta tal y como es y se la festeja.

Recuerdo que una de mis películas favoritas es “Jerry Maguire” del capíssimo director Cameron Crowe, una película que básicamente relata como el mundo de un importante manager deportivo se viene abajo. Su vida es perfecta hasta el día en el que se da cuenta de la importancia que tienen las personas sobre el dinero. Ese día es despedido y abandonado por todos sus amigos. En ese momento llega lo más difícil, empezar de cero con un jugador de fútbol americano de segunda categoría como único cliente y una madre soltera como secretaria. Todo este desastre es orquestado por maravillosas actuaciones y una banda sonora muy rockera que le da el gustito tan especial, pero sobre todas las cosas, lo mejor es que todo este caos es relatado con bastante humor, un humor tan genial que no da de otra que reírse y pasarla re bien con aquellas situaciones tan dolorosas (pero tan reales) que tiene que afrontar nuestro amigo Jerry.

Cameron Crowe es una especie de genio loco con un total y adictivo gusto por el buen Rock y la cultura americana, así lo demostró en esta película que vi nuevamente hace unos días y no pude evitar sentirme identificado con Jerry Maguire y como debe comenzar todo desde cero, otra de las películas de Crowe que refleja esta lucha contra la corriente es la menos conocida “Elizabethtown” quizás de una forma mucho más dramática y menos graciosa que en Maguire, pero no menos inspiradora, la trama cuenta la historia de un joven y exitoso diseñador de zapatos deportivos que dedicó ocho años de su vida a crear una zapatilla en la que la gran empresa en la que trabaja ha decidido invertir fortunas. Cuando su modelo resulta un fiasco total, el pobre tipo no sólo es despedido sino que también es obligado por su jefe a asumir toda la responsabilidad del fracaso ante la prensa y es abandonado por su novia quien también trabaja en la compañía y se había enamorado de él cuando se había convertido en uno de los protegidos de la gerencia. En medio de esta situación desesperada Drew se prepara para suicidarse pero una llamada telefónica lo detiene: su padre ha muerto mientras visitaba familiares en su pueblo natal, Elizabethtown, y por ser el hermano mayor debe ir a buscar su cuerpo y arreglar los detalles de su entierro. En su solitario viaje poco a poco Drew va redescubriendo aspectos positivos de la vida. Esta película también cuenta con la famosa “trade mark” de Cameron Crowe: una banda sonora excelente de tintes rockers y sorpresivas situaciones que van cambiando radicalmente al personaje principal.

El amor de Cameron Crowe por el Rock N Roll y las buenas historias renace en sus orígenes en el mundo del espectáculo, cuando siendo tan solo un adolescente tuvo que trabajar para la revista Rolling Stone y cumplir el sueño de muchos (incluyéndome) de largarse en una inolvidable gira con Led Zeppelin, experiencia que posteriormente fue reflejada en su película Almost Famous. Esta historia semi-autobiográfica narra las peripecias de un periodista extremadamente joven que se lanza a la carretera para seguir a una banda emergente de los 70. El joven periodista se ve inmerso en un mundo dominado por sexo, drogas y rock-and-roll. En el transcurso de la película descubrirá que las leyendas del Rock, pese a toda su grandeza y las poses de superestrellas, al fin y al cabo son simples y corrientes seres humanos. Considerada por muchos como la mejor película de Crowe hasta el momento, Almost Famous deja bien a las claras el potencial del director y, por ello, Crowe ganó el Óscar al mejor guión original.

Ahora mientras sale el sol y me invita a disfrutar de un nuevo día y a pasarla tan bien como si en verdad NADA fuese tan importante, permítanme relajarme por un momento con esta bella canzione…

PD: Los veo mañana en el concierto de Scorpions (vayan, va a estar bueno, a la puerta aunque sea).

Ciao.

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