miércoles, 21 de julio de 2010

Pactos Diabólicos


En el sur del continente hay una serie de paises, regiones y provincias que aún conservan ciertas tradiciones y mitos que se resisten a morir a pesar de los años, muy al sur de un país como Argentina aún se encuentran poblaciones donde la sencillez de su estilo de vida aún les permite encerrar un número de leyendas en pueblos y comunidades. El bajo el Gualicho se ubica a más de 50 metros bajo el nivel del mar, a unos 50 km de San Antonio. La enorme hondonada, donde ocurren diversos fenómenos naturales, producto de su posición relativa al mar y al resto de la estepa patagónica, encierra una de las más extrañas y misteriosas leyendas, alimentadas por las creencias de indígenas y de cristianos que aún perduran entre la gente de campo.

El Bajo del Gualicho es un lugar que todos conocen en la Provincia de Río Negro, pero donde nadie querría vivir. Ubicado al sudeste de la Provincia, es una planicie cuyo mayor punto de depresión alcanza los 72 metros bajo el nivel del mar. Allí está la salina, un mar cristalizado datado en unos 300 millones de años de antigüedad, situado entre el triángulo delimitado por Valcheta, San Antonio Oeste y General Conesa.

Dicen que una chica se metió al Bajo del Gualicho y se perdió. Después dicen que la encontraron petrificada arriba de un banco de sal. Los que la vieron se asustaron y escaparon. Fueron a avisar al padre y a la madre, pero cuando regresaron a verla ya no estaba. Ni rastros hallaron. Poco a poco los rumores y chismes acerca de esta desaparición empezaron a deducir que tal acontecimiento resultó más extraño de lo que parecía, no faltó la persona que empezó a relacionar esta desaparición con unos personajes y espíritus diabólicos que parecen existir desde hace miles de años dentro de aquella cueva. La teoría sugiere que la muchacha andaba buscando "algo" o a "alguien" en particular, un poderoso ser quién se encontraba en lo profundo de la cueva y podría otorgarle lo que quisiera, si es que lograba llegar viva hasta el final. Para hacerlo más sencillo digamos que este ser es el Diablo y que habita (o al menos habitaba) una horrible y vieja cueva en el extremo del mundo, lugar donde solo unos pocos valientes (o curiosos) pudieron llegar.

Bernabé Lucero, “el salamanquero del Bajo Gualicho”, había entrado a la cueva y había obtenido lo que buscaba: que el Diablo le enseñara a tocar la guitarra. No sabía leer ni escribir, vivía en una cueva, comía lo que encontraba, chupaba mucho vino, andaba siempre solo y a pesar de todo, el hombre se hizo una leyenda debido a sus habilidades con la guitarra y sobre todo por su misteriosa vida personal. La escritora María Sonia Cristoff, hace unos pocos años, conversó con José Severo (medio hermano de Bernabé Lucero) y le contó que su hermano, el salamanquero, a veces iba a pasar unos días a Valcheta.

Cuenta Cristoff lo que Don Lucero comentó de su hermano:

"Había hecho lo que le dictaba el hombre de los sueños, se había metido en la cueva ésa donde todos dicen que habita el Diablo. Y ahí, parece, había tenido que pasar por varias pruebas: primero un nido de víboras, y después unos toros que se enfrentaban entre sí hasta matarse y a los que hay que saber sortear por el medio justo en el momento en que se separan para tomar envión y trenzarse nuevamente, y así otra serie de cosas. Y como parece que pudo con todo eso fue que pudo también con la guitarra. Había veces en las que Bernabé venía desaliñado y decía que en el bosque se había estado peleando con el Demonio, que se había aparecido en forma de toro. Otras veces, en cambio, se empezaba a preparar despacito para tocar algo ahí, tranquilos, algo íntimo se diría, y Bernabé le decía que esa noche su guitarra iba a tocar divinamente, como sola, porque venía su Amigo a acompañarlo. O sea que con el Diablo a veces se llevaba mal pero otras resulta que era su amigo. Un poco como nos pasa con todo el mundo".

No pude investigar mucho acerca del personaje de Don Bernabé Lucero. Son cuentos, dicen en los pueblos, y muchas veces los citadinos tenemos la tendencia a tratar a los campesinos de ser unos supersticiosos, unos ignorantes que creen en cualquier cosa. Que creen en todo. O quizás poco quieren revelar a gente extraña acerca de algo que quizás, puede ser mucho más enigmático para ellos que para nosotros.

¿Vos aún recuerdas ciertas historias de mitología y leyendas que solían contarte tus abuelos? ¿Recuerdas como ellos aún mantenían y llevaban en su vida ciertas creencias y supersticiones hoy en día ya casi olvidadas? Nunca debió faltar la advertencia de la abuelita o el abuelito que te contó del cuidado que uno debe mantener con ciertas cosas, OJO que ellos no se referian al cuidado que uno debe tener con el dinero, con los chismes, con las mujeres, etc. No! Ellos quizás hablaban y prevenian del cuidado que hay que tener con ciertas creencias, con ciertas creencias tan fieles que aún invisibles, eran de gran respeto y fe para aquellas personas que vivieron y se criaron en otras épocas. Yo recuerdo muchas veces como mi querida abuela me contó historias de duendes, en antiguas y casi coloniales casas en las que vivió en Oruro, me contó como fué testigo de ver con sus propios ojos a extraños seres que habitaban en moradas antiguas, en hornos de barro, en lugares donde hubo niños y como estos niños compartían juegos con estos seres fantásticos.

De esta parte del mapa al Sur del continente pasemos a una joven Norteamérica a principios del siglo XX, donde empezaba a surgir lo que sería la raíz de la gran música americana, géneros como el Jazz o el Blues (o como dijo alguna vez en tono humorístico una muy guapa y simpática rockera "tu música de negritos") historia y cultura que se forjaron en Estados Unidos en las peores y más pobres condiciones de vida, mezclando la sangre de dos mundos que empezaban a convivir muy de a poco. A estas alturas de la historia la cultura Norteamericana ya tiene en su legado una buena cantidad de mitos y creencias que surgieron de su bella mixtura entre religiones, política, arte, cultura e historia, uno de los personajes más enigmáticos de su historia es el bluesman y "guitar hero" Robert Johnson, quizás una versión más moderna y global del cuento de Bernabé Lucero, el mito de este Bluesman en cuestión ya lo mencioné anteriormente en uno de aquellos post, pero dejenme recordarles un poco de lo que se trata la tan famosa leyenda de Robert Johnson:

Robert Leroy Johnson nació el 8 de mayo de 1911 y murió el 16 de agosto de 1938. La rotundidad de las fechas es fingida. Los datos son inciertos, su vida y obra fue reconstruida durante todo el siglo XX con retazos de historias, chismes, fotografías, discos y anécdotas de dudosa veracidad, con certificados y documentos que se contradicen entre sí, mientras intentaban rastrearse y conservarse las grabaciones que dejó. El director Martin Scorsese escribió: “Lo interesante de Robert Johnson es que sólo existe en sus discos. Fue pura leyenda”.

Robert Johnson es famoso por muchas cosas; es un héroe de la guitarra, pionero del Rock, rey del Delta Blues, Ícono de la cultura Pop, pero sobre todo, es famoso por su curioso pacto con el diablo.

A nadie le importa que, en su canción, Johnson diga que fue al cruce de caminos a rifar su alma (algunos historiadores han concluido que eso es lo que haría un negro, en las décadas del 20 y el 30, en un cruce de caminos del sur profundo de los Estados Unidos, pues lo más probable es que fuese linchado si lo agarraban solo y desprevenido). No es eso lo que está diciendo la foto, ni la música, ni el tono de su voz. Si fue a ese cruce de caminos, a la medianoche, fue porque el Diablo le ofreció una vida corta, una muerte misteriosa y grabar 29 canciones como nadie lo había hecho antes, y como nadie lo haría después. Murió envenenado, a los 27 años, se dice que por meterse en la cama con la chica del tipo equivocado (o por meterse con una chica "bien" siendo un afroamericano). No se sabe dónde fue enterrado (hay tres tumbas diferentes), aunque es notable que siendo un insignficante "mortal" hoy en día es un ídolo de la música, así no obtenga regalías de su obra, a menos que le manden un cheque cada mes al infierno.

Las circunstancias son correctas, pues los antropólogos son incorregibles y quienes ya no creen en Dios, creen en cualquier cosa. En todo mi eceptisismo escucho mis cds de Robert Johnson y por instantes quiero creer en el cuento o el chamullo popular, que por instantes suele hacerse tan real y tan vivo al escuchar estas canciones, que permanecen tan intactas como el día en que fueron grabadas hace más de medio siglo.

Quizás el conflicto del ser humano de perder un poco el alma y recuperarla a pedazos sigue y seguirá presente, veo casi diariamente a personas negociar su alma al Diablo.. veo esto en personas que cierran peligrosos tratos con mafiosos, lo veo en parejas donde un pobre infeliz le aguanta mierda y media a la novia solo por seguir con ella, lo veo en gente que no le importa arriesgar su moral solo por ganar un puesto en el gobierno, lo veo en heromainómanos que podrían vender su casa para comprar merca, lo veo en padres que dejan a su familia de lado por trabajar más y comprar un tercer auto, lo veo en el artista que firma un contrato con un manager que le promete las mil maravillas y al final va a dejarlo en la miseria..

En este siglo XI, donde todo es tan distinto a la época en la que vivieron nuestros abuelos y antepasados, siguen presentes los mismos mitos, leyendas y espíritus malvados, solo que ahora para pactar con el maligno quizás no sea necesario visitar una cueva o presentarse en un cruce de caminos, hoy el Diablo nos compra y vende de maneras mucho más sencillas y rápidas. ¿Y vos? ¿Ya te cruzaste con el?

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