jueves, 8 de julio de 2010

Mi padre: Aquel viejo amigo

Mi padre, un personaje tan único y especial, aquel hombre de tantas virtudes y tantos defectos, aquel hombre que veo en las noches llegar exausto del trabajo, aquel colega con el que siempre puedo conversar de fútbol, aquel amigo que muchas veces perdonó y hasta dejó pasar algunas de mis travesuras, aquel personaje que ya trae encima varios de los síntomas de la vejez recordándome tristemente la fragilidad de las personas ante el irremediable paso del tiempo.

Es también aquel personaje que a estas altura de la vida ya es más como un amigo que como un padre o una autoridad, a esta edad ambos ya compartimos muchos puntos de vista y mi madurez me permite verlo desde un cristal cada vez tan diferente, a estas alturas yo ya llego a comprender mejor muchas de sus actitudes y comportamientos, llego a ser menos rebelde, menos caprichoso, más comprensivo y más agradecido con aquel viejo y querido amigo.

Esta semana fué especial, ambos nos dimos un muy merecido descanso de la rutina particular que tiene cada uno, el por su lado y yo por el mio, acumulando cantidades de cansancio y estrés gradualmente, cada uno a su diferente ritmo de trabajo, yo con la energía de un hombre de mi edad y el luchando con los achaques de la vejez por cumplir con su trabajo y responsabilidades, yo termino exitosamente varios proyectos personales, como la tesis, la universidad, el trabajo, etc. jugándome la cabeza al proponerme tantos objetivos simultáneos, el piensa que estoy loco, pero yo le digo que estoy seguro de ser capaz de cumplir con todo eso. El por su lado, sigue trabajando diariamente, pese a todo, hoy nos tomamos un día libre, para compartir algo en común, se presenta la oportunidad de ver un concierto, pero no es un concierto cualquiera, en el coinciden algunos de los adorables dinosaurios que el escuchó y disfrutó durante sus años de juventud, estudio, trabajo, viajes, etc. En la mañana lo noto algo cansado y desganado, posiblemente la oportunidad de ver un concierto con grupos que a el le gustan le levantará mucho el ánimo y se quitará algo del estrés que lleva encima.

Llega a La Paz el gato siamés, el legendario gato naúfrago, el padre del rock Argentino, el vagabundo rosarino; Litto Nebbia, junto a un grupo de simpáticos viejitos del Perú llamado "Los Dolton" y claro, los famosísimos "Iracundos" de Uruguay, país que últimamente causó furor por que terminó entre los cuatro primeros equipos de fútbol de todo el mundo, superando a Argentina y Brasil.

Llegamos al lugar y como era de suponerse, yo resulto ser el más joven o uno de los más jovenes en el coliseo, ¡aleluya! de tanto tiempo que no tenía ese agradable sentimiento de ser el más joven en un lugar, mientras tanto mi padre poco a poco va dejando atrás todo el estrés y el kilombo diario: trabajo, pagos, facturas, responsabilidades, obligaciones, etc. Lo encuentro más animado, y al verlo feliz me contagia algo de ese bienestar, en verdad el sentimiento que me produce verlo sonreir es inexplicable, de pronto se empieza a llenar el lugar y se apagan las luces, casi inmediatamente sale al escenario el maestro Litto Nebbia. El gato ya está con varios kilos de más y menos pelos encima, un contraste poco recomendable, pero su arrogancia de tremendo caballero le da un aire de grandeza que infunde respeto en todo el lugar, El toma una guitarra acústica y conquista al público con su tremenda voz, intepreta algo de su repertorio con "Los Gatos" y algo de su carrera solista que debe ser más extensa que la de Andrés Calamaro y Fito Paez combinadas. El siempre sobrio y reservado Gato se despide sin mucha elocuencia, mi viejo ya está copado con el show, ambos coreamos inolvidables clásicos como La Balsa o Ayer Nomás, dos generaciones unidas por la mágia del Rock.

Los otros dos grupos se suman, el primero es de unos carismáticos viejitos, creo que fué la primera vez en mi vida que ví a una banda en vivo que llevaba de vestimenta trajes y corbatas, debo reconocer que a ratos me sentía un poco aburrido, pero ver a mi padre feliz y pasándola bien era suficiente para sentirme satisfecho, el grupo en cuestión no estaba mal, son unos divertidos rockeros muy al estilo de la época y hasta hacen algunos covers de temas muy famosos traducidos en un español medio bizarro. Finalmente se suma al escenario uno de los grupos favoritos de mi viejo: "Los Iracundos" con unos carismáticos Uruguayos de acento gauchito y muy profesionales músicos, seguidamente empiezan a bombardear a la audiencia con una seguidilla de temas re famosos, yo no puedo evitar reirme al ver a toda esa gente mayor corear con tanta emoción aquellas viejas canciones, mi viejo también disfruta de las canciones y hasta compartimos riendo y coreando algunos de los temas más famosos del grupo, todo ese estilacho de música tan inocente de aquella época tiene una vibra muy agradable, debo reconocer que la pasé muy bien y me encantó escuchar de tanto tiempo algunas de aquellas canciones.

En fin, me encantó pasarla bien con mi padre, se que somos dos personas de mundos, generaciones, pasados y problemáticas muy distintas, pero nos unen también cosas como la compañia y el cariño que se tienen dos personas que han recorrido tantos caminos y obstáculos juntos. Estoy seguro que como la mayoría de la gente en mi vida, mi viejo no me va a durar para siempre, pero mientras tanto, me encanta compartir y aprovechar de aquellos pequeños instantes de diversión y descanso en su compañia, momentos que se que algún día recordaré y me sentiré muy feliz de haberlos aprovechado a su lado.


En toda esta noche de rock, frío, risas, birras, viejitos, doñas y señores; creo que uno de los temas que se quedó grabado en mi memoria fué justamente este:



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