jueves, 3 de marzo de 2011

El Santo Mediocre


La envidia ante la posibilidad o imposibilidad de sepultar a su enemigo sigue siendo un sentimiento muy frecuente en este mundo y por lo general sigue siendo asociado a la codicia y el egoísmo, aunque en variadas ocasiones también a la mediocridad.

Se dice también que la envidia saca lo peor del ser humano y que a la larga termina afectando tanto a su portador como a su enemigo. Un refrán sugiere que " La verdadera prueba de que se ha nacido con grandes cualidades estriba en haber nacido sin envidia", y a pesar de esto la envidia es uno de los sentimientos más frecuentes que hemos experimentado en esta vida o con los que hemos tenido que lidiar, ya sea por que alguien nos ha demostrado el sentir envidia ante nuestro éxito y fortuna ó por que hemos sido portadores de este sentimiento por algún motivo en especial.

La envidia puede ser engañosa y hasta manifestarse como una enfermedad que se va expandiendo poco a poco, a veces los humanos no soportamos el ver brillar a otro y a veces somos el blanco de la envidia de quienes nos rodean y ven en nosotros algo que ellos no tienen o algo que ellos desearían tener; "Siempre le viene bien al hombre un poco de oposición. Los cometas se levantan contra el viento, no a favor de él".

Carlos Ruiz Safón en su libro “El juego del ángel”, la describe así: “La envidia es la religión de los mediocres. Los reconforta y responde a las inquietudes”. En uno de mis anteriores post hablé sobre las personas que se divierten y entretienen criticando y mofándose de los demás mediante un exagerado sentimiento de autoestima, una movida de la gente muy común pero que también puede implicar un posible sentimiento de envida hacia la persona a la que va dirigida toda su porquería. Debo admitir que a muchas personas que he visto actuar de esta manera tan despreciable comprobé que no son para nada perfectas como se creen y quieren intentar ser, además que investigando un poco sobre ellos me doy cuenta de que aspectos importantes de su vida como su familia o su relación con sus padres son un desastre.

Oscar Wilde menciona: “Perdona siempre a tus enemigos...nada les molesta más”. Cosa que es bastante difícil y puedo certificar esto pues varias veces en mi vida he sido blanco de la envidia de los demás, ya sea por cosas como el tener un poco más de dinero que otros o el haber sacado mejores resultados en la universidad, hasta cosas como la buena relación con mi familia o el haber tenido una novia muy linda.

Estas fortunas o alegrías en mi vida han atraído a los envidiosos como el sonido del timbre a los perros, y desafortunadamente muchas veces tuve que bancarme de la mejor manera críticas, chistes o indirectas de algunos envidiosos, pero si bien hasta cierto momento pude interpretar cuál actor sobre un escenario el rol del hombre feliz y envidiado, como por arte de magia a veces pasé a interpretar también el rol del envidioso.

¿Cómo es posible cambiar de un bando a otro con tanta facilidad? ¿Cómo es posible cambiarse de traje para disfrazar a un afortunado o un envidioso? ¿Cómo se puede pasar de ser un “Mozart” a un “Salieri”?

La película “Amadeus” refleja perfectamente esta rivalidad entre el triunfador y su verdugo. Amadeus es una película estadounidense del año 1984 dirigida por Milos Forman, donde se narra la vida del compositor austriaco Wolfgang Amadeus Mozart desde el punto de vista de su más grande admirador, el también compositor Antonio Salieri. La película está basada en el guión escrito por Peter Shaffer, basado en su propia obra de teatro "Amadeus". La trama muestra como Salieri, de adolescente, había hecho un pacto con Dios, a quien le entregaría su castidad y laboriosidad a cambio de hacerlo un músico tan famoso y brillante como Mozart, que era su ídolo. Años más tarde, Salieri se convierte en el maestro de cámara del Emperador José II de Habsburgo, toda una fortuna para el compositor italiano hasta que llegó su desafortunado encuentro con Mozart. Luego de haber presenciado el talento de Mozart y ser consumido por un terrible odio, Salieri se encarga de convertir la vida de aquél en un infierno. A lo largo de la película hay regresiones hacia el presente, con el viejo Salieri narrando la historia al padre Vogler, en la que Salieri admite, con dolor, cómo llegó a alcanzar el punto más infame de la envidia: encargar a Mozart una gran misa de muertos, para luego asesinarlo y robarle la obra, que vería la luz en el propio funeral.

“Los grandes proyectos los sueñan los locos geniales, los ejecutan los luchadores tenaces, los disfrutan los felices mortales y los critican los eternos inútiles.” La envidia que la gente puede llegar a manifestar hacia nosotros va desde críticas, calumnias, bromas, insultos y hasta llegar a extremos como el intentar acabar con nuestro éxito o con nuestra vida como sucedió con Salieri quién hasta en algún momento de la película se proclamó a si mismo como el hombre que asesinó a Mozart, todo producto de su creciente locura y obsesión con el legendario compositor, Salieri también asegura finalmente que fue Dios el que destruyó a ambos: a Mozart le arrebató la vida de manera horriblemente temprana, con el fin de dejar a Salieri vivir para atormentarle con la realidad: su música cae lentamente en el olvido mientras la de Mozart es jubilosamente reconocida, y el viejo Salieri autodenominándose el "Santo Patrón de los Mediocres".

“Para los mediocres, la envidia es la fuente principal para resentirse, vengarse, justificarse, y encerrarse en sí mismos.” Puede que esta película signifique una extraordinaria obra de arte, así como una poderosa biografía de una leyenda de la música que poco tiene que ver con la realidad, valga aclarar que la relación competitiva entre Mozart y Salieri no estaba ni cerca de ser tan dura como se ve en la película, sin embargo, esta historia escrita por Peter Shaffer y dirigida por Milos Forman nos recuerda como la envidia ha sido tan poderosa incluso desde hace tiempos tan remotos, enmascarándose muchas veces con hipocresía o lástima.

No está de más recomendarles esta gran película e invitarlos a que visiten nuevamente este blog de un redactor que ahora se siente un Salieri y ocasionalmente tiene la fortuna de ser un Mozart, mientras tanto los dejo con la letra de otro formidable artista, el gran Freddie Mercury, quizás un genio mucho más contemporáneo que Mozart, pero igualmente glamoroso y seguramente idolatrado:

Oh jealousy look at me now
Jealousy you got me somehow
You gave me no warning
Took me by surprise
Jealousy you led me on
You couldn't lose you couldn't fail
You had suspicion on my trail

How how how all my jealousy
I wasn't man enough to let you hurt my pride
Now I'm only left with my own jealousy…

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